El Paraná baja a niveles históricos en Rosario y la pesca del surubí se desploma

Es la bajante más importante en lo que va del año y la segunda peor registrada desde 1970
El Río Paraná atraviesa una de sus bajantes más críticas, lo que ha generado una notable disminución en la captura de surubíes, una especie clave para la subsistencia de los pescadores de la región. Las comunidades que dependen de este recurso, como el barrio San Pedro Pescador, enfrentan una creciente dificultad para sostener sus economías debido a la escasez de peces y la falta de carnada.
Actualmente, la captura de bagres amarillos, insuficiente para el mercado comercial, apenas cubre el consumo interno de pequeños poblados. Sin embargo, los ingresos fundamentales para estas familias provienen de la pesca de especies comerciales como el surubí, cuya baja disponibilidad les impide acceder a los alimentos y bienes básicos necesarios para una vida digna. Hoy, los pescadores logran extraer uno o dos surubíes por semana, con un peso aproximado de 10 kilos. Los mayoristas pagan cerca de $10.000 por kilo a los malloneros, aunque el precio al consumidor puede alcanzar los $12.000. Por otro lado, el dorado se cotiza entre $8.000 y $10.000 por kilo.
El panorama para los próximos 30 días no es alentador. Según el Instituto Nacional del Agua (INA), el nivel del Paraná en el Puerto de Rosario ha descendido a 0,61 metros, seis centímetros por debajo de Barranqueras, y se espera que la situación se mantenga estable con pequeñas variaciones, debido al control de la represa de Yacyretá, pero con un impacto mínimo en la zona de Rosario y el Delta.
Una crisis que podría empeorar
Este fenómeno hidrológico no es nuevo. La bajante actual del Paraná es la más baja del año, con un pico máximo de 4,4 metros en mayo, y es la segunda más grave desde 1970. El déficit de precipitaciones en la cuenca alta del Paraná, principalmente en Brasil y Paraguay, ha llevado a niveles preocupantes de agua. En contraste, el río Uruguay mantiene niveles dentro de parámetros normales.
Además, la influencia del fenómeno climático “La Niña” ha agravado la situación, reduciendo significativamente las probabilidades de lluvias importantes, aunque favoreciendo tormentas aisladas. Las previsiones del INA alertan que esta situación podría persistir hasta noviembre, con escasas chances de que el nivel del Paraná supere el metro de altura.
La sequía en Brasil y Paraguay continúa afectando los aportes hídricos, y los pronósticos más optimistas no prevén un alivio en el corto plazo. La falta de lluvias suficientes complica aún más el panorama para las comunidades pesqueras que dependen de los recursos del río, mientras se ajustan a una realidad económica cada vez más apremiante.