Germán Utrera es de Funes y halló a su madre biológica 39 años después
En 1985, Marta P., de 18 años, enfrentó un embarazo no deseado en un entorno conservador y difícil. Aunque intentó interrumpir el embarazo, finalmente decidió continuar. Una vecina la conectó con una partera en Rosario, quien organizó una adopción clandestina, pero hizo creer a Marta que su hijo había nacido muerto. Sin saberlo, su bebé, Germán, creció a apenas 40 kilómetros de ella, en Funes.
Germán, hoy de 39 años, siempre supo que era “un hijo del corazón”. A los 15 años, al preguntar a su madre adoptiva sobre su nacimiento, descubrió que ella no era su madre biológica. La búsqueda de sus raíces se volvió más intensa al convertirse en padre de Alba, su hija de cinco años, lo que le despertó un deseo profundo de conocer su historia. Sin embargo, los primeros pasos en su investigación solo trajeron frustración, ya que su madre adoptiva tenía poca información y su padre, quien conocía los detalles, había fallecido cuando él tenía ocho años.
En 2022, Germán dio un paso crucial al realizarse un análisis de ADN, con el apoyo de la ONG Nuestra Primera Página, especializada en ayudar a personas adoptadas en sus búsquedas de origen. El análisis arrojó una coincidencia con una prima materna, quien le dio pistas sobre su familia biológica en la región. Tras meses de investigación, finalmente Germán localizó a Marta en Acebal, un pueblo cerca de Rosario.
En octubre de 2024, un estudio de ADN confirmó su relación madre-hijo. “Cuando vi el resultado, supe que había encontrado a mi madre”, recordó Germán emocionado. Al darle la noticia, Marta estalló en lágrimas. “A mí me dijeron que habías nacido muerto”, repetía entre sollozos. Tras un primer encuentro lleno de abrazos y emociones, iniciaron un proceso de sanación y han mantenido un contacto constante desde entonces.
Marta ha conocido a Alba y a la esposa de Germán, Luciana, así como a los hijos de Marta, ahora hermanos de Germán, que residen en Europa. A su vez, Germán ha sido un apoyo para su hermana, quien también fue adoptada y ahora ha iniciado su propia búsqueda para conocer su historia familiar.
La vida de Germán Utrera es hoy un testimonio de resiliencia y amor. “Tengo dos madres y las amo a ambas. Cada una hizo lo que pudo y por eso no tengo nada que recriminar”, afirmó, orgulloso de la familia que ha construido y agradecido de poder compartir su historia de reencuentro y sanación.